LA PASCUA

Servir y ser servido

SERVIR Y SER SERVIDO
Domingo 29 del tiempo ordinario
18 de octubre de 2009

El placer, et tener y el poder. Esas tres apetencias están enraizadas en lo más profundo del ser humano. Seguramente las necesitamos para vivir y sobrevivir, para afirmarnos y hacernos valer ante los demás. De hecho, ellas dirigen y motivan la mayor parte de las decisiones que vamos tomando en la vida.
Es claro que esas apetencias están al servicio de la persona. Sin embargo, es preciso mantenerlas bajo control. O mejor, es necesario establecer una escala de valores para que humanicen a la persona. Y respetarla con sinceridad. No basta con que nuestros deseos nos ofrezcan satisfacciones inmediatas. Han de llevarnos a la felicidad.
El control de esas apetencias primordiales y espontáneas afecta a todos, creyentes o no creyentes. Es una tarea humana, antes de ser un ejercicio religioso. Pero precisamente por ser tan humanas, esas tendencias merecen la atención de Jesús. Quien ha decidido seguirle y vivir de su espíritu necesariamente habrá de ver cómo se modifican esos deseos fundamentales.
En el capítulo 10 del evangelio según San Marcos aparecen “representadas” esas apetencias humanas en tres diálogos del Señor. En el primero responde a quienes le consultan sobre el divorcio. En el segundo invita a seguirle a un hombre –o joven- rico. Y en el tercero presenta el ideal del servicio a los hijos de Zebedeo y a todos sus discípulos.

ARRIBISTAS Y VENTAJISTAS

Ese tercer diálogo es el que se proclama en el evangelio de este domingo (Mc.10, 35-45). Santiago y Juan, hijos de Zebedeo no intentan acomodar sus deseos al estilo de Jesús, sino que pretenden que Jesús acomode sus decisiones a los deseos que ellos han venido alimentando: sentarse en la gloria del Maestro, a la derecha y a la izquierda.
Seguramente entienden la gloria en términos muy visibles e inmediatos. Imaginan que Jesús viene a instaurar un reino que renueve las antiguas glorias de su pueblo. Un dominio terreno. Y desearían ocupar los puestos de mayor relevancia en esa nueva situación social. Hablan de la gloria de Jesús, pero sueñan con su propia gloria.
Este diálogo nos trae al recuerdo a todos los que han tratado de servirse del evangelio y de la Iglesia para alcanzar algunas cotas de poder o de fama. Imaginamos a emperadores y reyes que han buscado afirmar su trono gracias a la fe. Y pensamos también en los eclesiásticos arribistas de todos los tiempos.
Este diálogo nos interpela a todos. En la fe y en la Iglesia nos apoyamos para conseguir pan o seguridad, un puesto de trabajo, una atención para nuestros enfermos o un lugar para estudiar. Y a la fe y a la Iglesia se vuelven los ventajistas de hoy que tratan de alcanzar fama o dinero, desprestigiándola en el cine o en la prensa. Eso da carnet de progresista.

SEÑOR Y ESCLAVO

“El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”. Así concluye el texto evangélico. Las ambiciones de Santiago y Juan han dado pie para una profunda declaración del Señor.
• “El Hijo del hombre no ha venido a ser servido”. Como dice san Pablo, siendo de condición divina, Cristo no hizo alarde de su condición de Dios. La humildad no era para él una máscara. Se despojó de su rango y pasó entre nosotros como uno de tantos.
• “El Hijo del hombre ha venido a servir”. Jesús asumió la condición de esclavo. Arrodillado ante sus discípulos les lavó los pies. Y les pidió que aprendiesen aquella lección suprema. En su Reino los primeros son precisamente los últimos.
• “El Hijo del hombre ha venido a dar su vida en rescate por todos”. Pero el máximo gesto de su servicio fue el abajamiento que lo llevó hasta la muerte y una muerte de cruz. Al precio de su sangre hemos sido comprados y rescatados de nuestra esclavitud.
- Señor Jesús, tú conoces nuestra prepotencia y nuestro orgullo. Perdona nuestra arrogancia. Que imitando tu entrega, aprendamos a servir a nuestros hermanos en los humildes gestos de cada día. Amén.
José-Román Flecha Andrés

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